Foto de mi receta en el restaurante Joscar, de Gandesa. |
Hace un tiempo me mandaron una foto de un establecimiento hostelero de Gandesa, en la Terra Alta tarraconense, el Joscar, en una de cuyas paredes figura una frase que compuse hace unos años para un local zaragozano ubicado en la plaza de San Pedro Nolasco, de cuyo nombre no quiero acordarme. El remitente de la foto me preguntó, incrédulo: “¿Esto lo has escrito tú?”. Pues sí, le contesté, pero ni idea de que me habían traducido al catalán y de que la frase en cuestión ha corrido por esos mundos de la hostelería, poniendo de relieve algo tan cotidiano como ser felices sentados a una mesa para disfrutar de unos ricos alimentos en compañía de amigos, conocidos o familiares. Y lo cuento porque me satisface que los propietarios del Joscar hayan tenido a bien hacerse eco de esta reflexión y, encima, respetando la autoría, lo que es de agradecer en este mundo actual, en el que la piratería está a la orden del día. Y porque, de paso, me sirve para poner de relieve algo que no me canso de decir y de recalcar en cuantos foros he participado a lo largo de estos años: que podemos disfrutar de unos momentos verdaderamente felices en compañía de seres queridos compartiendo alimentos que no tienen por qué ser carísimos ni traídos de lejanos y exóticos territorios. Por ejemplo, con una humilde ensalada de tomate de temporada, tal que el rosa de Barbastro, bien aliñado con aceite de oliva virgen extra del Somontano y con sal de Naval.
Frase original en la pared de un establecimiento de Zaragoza. |
Ahí están la foto del local de Gandesa y la del establecimiento zaragozano, que ya cerró hace unos años, tomada en 2012. Así que os animo a poner en práctica siempre que podáis esta receta.
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