domingo, 28 de septiembre de 2025

Cabezas de cordero asadas

Esta semana se ha celebrado el año nuevo judío o Rosh Hashaná, festividad conmemorada por el pueblo judío donde quiera que se encuentre, durante los dos primeros días de Tishréi (séptimo mes del calendario hebreo, correspondiente a septiembre u octubre en el calendario gregoriano, dependiendo del año). Conmemora la creación del hombre, según la cosmovisión hebrea. Durante los festejos se toman algunos platos típicos como las cabezas de cordero asadas, plato muy concurrido también en la cocina tradicional aragonesa.

Cabeza de cordero asada con guarnición lista para comer.
Cabeza de cordero asada con guarnición lista para comer.

De hecho encontramos una receta de esta preparación en el libro 'La cocina de los judíos de Sefarad en la Edad Media' (Libros Certeza), del profesor Álvaro López Asensio, que la recoge de actas judiciales contra judíos conversos acusados de judaizar en la comarca de Calatayud. La reproducimos más abajo.

Aprovechamos esta efemérides para recuperar este plato que se consumía con frecuencia en nuestros pueblos en tiempos pretéritos. Por ejemplo, yo lo he comido bastantes veces en mi adolescencia tanto en mi casa como en establecimientos punteros en Barbastro, mi ciudad natal, en aquella época, como La Pelela, Los Claveles o El Tropezón

Las cabezas son consideradas casquería de cordero en sí mismas, aunque están formadas por los sesos, lengua y molletes (carrilleras), que también son menudos por separado. Normalmente se cocinan en el horno partidas por la mitad, aunque previamente es conveniente darles un hervor. También es recomendable tapar con papel de aluminio o de horno los sesos para evitar que se quemen, ya que éstos se cocinan antes.

Sesos de cordero rebozados. Foto de aceites La Española.

Los sesos, si se cocinan por separado, conviene ponerlos al menos 30 minutos en agua fría para que suelten la sangre, para después quitar la fina tela que los recubre y blanquearlos en agua hirviendo durante 3 minutos aproximadamente. Lo más común es prepararlos rebozados, aunque también los podemos preparar, por ejemplo, en revuelto o tortilla.

Una bandeja de horno con varias cabezas de cordero asadas.
Una bandeja de horno con varias cabezas de cordero asadas.

Receta

Ingredientes:

2 cabezas de carnero, cordero u oveja partida por la mitad.
Aceite de oliva.
Pimienta negra al gusto.
Una pizca de nuez moscada.
Una pizca de clavo.
Tomillo.
Unas hojas de laurel.

Verduras optativas: apio, media berenjena, media cebolla, dos dientes de ajo.
Sal al gusto.

Elaboración:

Marcamos las cabezas cortadas por la mitad.
Eliminamos cualquier resto de grasa que haya en las cabezas.
En una olla o cazuela grande cocemos en agua hirviendo las cabezas de cordero durante veinticinco minutos aproximadamente, les añadimos unas hojas de laurel y sal, y una vez cocidas las reservamos en una bandeja.
En una taza elaboramos una salsa de especias con pimienta negra, nuez moscada, clavo y con el tomillo. Espolvoreamos la salsa por encima de las cabezas, que previamente habremos untado con una fina capa de aceite de oliva por toda la superficie; la cabeza adquirirá un color oscuro.
Si las hacemos a la brasa, ponemos los trozos en unas parrillas sobre la brasa caliente y cuando estén asadas por una cara les damos la vuelta.
Si se hacen al horno se ponen en la bandeja y se cuecen media hora por cada lado.

Las servimos con esta guarnición: en una olla o cazuela con aceite de oliva caliente freímos a fuego lento y durante cuatro minutos el apio cortado, la berenjena, media cebolla y los dientes de ajo. 

Para acompañar este plato, nada mejor que un vino tinto de garnacha de los muchos que se elaboran en Aragón.

sábado, 20 de septiembre de 2025

Fotos para recordar las vacaciones

Otro verano se nos va (como cantan los Green Day, ya está terminando septiembre) y con él las semanas de vacaciones que llenan la ciudad de turistas. Aprovecho esta circunstancia para recuperar un artículo que publiqué hace unos años en las páginas de verano de Heraldo porque refleja estos momentos de mudanza estacional en el centro de Zaragoza y por el protagonismo que tenía en él mi inolvidable Dalí, el golden retriever que me acompañó más de doce años y que ya nos dejó hace más de un lustro.

Dalí, ante la Basílica del Pilar, durante un paseo por el centro de la ciudad. Foto de Héctor Solanilla.
Dalí, ante la Basílica del Pilar, durante un paseo por el centro de la ciudad. Foto de Héctor Solanilla.

Parece que el verano ya languidece y que las noches se hacen más frescas conforme se acortan las horas de sol. Mi perro lo agradece porque no puede desprenderse de su perenne manto blanco y dorado, que le obliga a jadear día y noche en la época estival para poder expulsar el calor de su cuerpo. Creo que lo que no le gusta del fresco es que cada vez hay menos turistas por la plaza del Pilar y alrededores, algunos de los cuales se empeñan en regalarle caricias e incluso en hacerse fotos con él. 

Dalí, refrescándose en la fuente de la plaza de La Seo. Foto de Guillermo Mestre.
Dalí, refrescándose en la fuente de la plaza de La Seo. Foto de Guillermo Mestre.

Puede ser una foto original y diferente a la que se hacen la mayoría de quienes visitan la zona más turística de la capital. Se les ve en fila, esperando a inmortalizar su paso por Zaragoza con la cascada de la gran fuente de la plaza a sus espaldas, o sosteniendo la cercana bola del mundo como si fueran el titán Atlas. Algún adolescente es capaz de trepar por los relieves que forman los continentes hasta bien arriba del globo terráqueo conformando una imagen que podría ilustrar el conocido aforismo libertario: "Que paren el mundo, que me apeo".

Turistas fotografiándose ante la fuente de la Hispanidad. Foto del autor.
Turistas fotografiándose ante la fuente de la Hispanidad. Foto del autor.

Antes o después, muchos pasan también a fotografiarse por las murallas romanas y a los pies de la efigie de César Augusto, junto a la parada del tranvía cuyo nombre despista a los turistas menos avezados, que esperan encontrarse en la misma basílica al apearse y preguntan: "¿Esto es la plaza del Pilar?".

Y algunos penetran incluso por la inmediata puerta del Mercado Central atraídos por el bullicio de compradores y vendedores, y por los seductores aromas a especias, frutas y verduras que emanan del bazar zaragozano. Allí también les hacen fotos a los ejemplares que vende el pescatero José Luis en su surtido mostrador. Hermosos atunes, descomunales lenguados y bellas merluzas gallegas a precios increíbles: 5,99 euros el kilo, mil pesetas, lo mismo que costaban hace 20 años. Una imagen para recordar.

El pescatero del Mercado Central José Luis López, con un ejemplar de esturión. Foto del autor del blog.
El pescatero del Mercado Central José Luis López, con un ejemplar de esturión. Foto del autor.


sábado, 13 de septiembre de 2025

Adiós a Rick Davies, fundador y alma de Supertramp

Hace un par de días no fue un día normal y cualquiera. Me desperté con la noticia de la muerte de Rick Davies, uno de los fundadores y el alma de Supertramp, uno de mis grupos favoritos y una banda fundamental en la historia de la música de la segunda mitad del siglo XX.

Rick Davies, durante un concierto con Supertramp.
Rick Davies, durante un concierto con Supertramp.

La mayor parte de sus canciones forman parte de la banda sonora de mi vida y si alguna vez me pongo a la tarea de elaborar una lista con los mejores discos de pop-rock de todos los tiempos tengo claro que 'Crisis?, What Crisis?' o 'Crime of the Century' estarán en el podio de los tres primeros, por detrás de 'The Dark Side of de Moon', de Pink Floyd, y de 'I Robot', de Alan Parsons Project. 

Junto a Roger Hodgson lideraron un proyecto que dio a luz canciones irrepetibles y Davies mantuvo viva la llama del grupo tras la marcha de Hodgson en 1983 a causa de sus desavenencias por la incompatibilidad de caracteres de estos dos genios de la música.

Supertramp, en los momentos álgidos de su carrera.
Supertramp, en los momentos álgidos de su carrera, a principios de los ochenta. 

Son tantas las canciones del grupo que permanecen en la memoria musical de varias generaciones, tantos los momentos inolvidables que muchos de nosotros hemos vivido con ellas y que rememoramos cada vez que las escuchamos, que es inevitable sentirnos un poco huérfanos con la muerte de Davies, a quien ya en 2015 le fue diagnosticado un cáncer que provocó la suspensión de una gira del grupo por Europa. 

Desde entonces luchó a brazo partido con esa temible enfermedad, que no hace ascos ni a riquezas materiales ni a genialidades artísticas cuando decide acabar por las malas con la vida de quienes tienen la mala suerte de ser tocados por su malhadada lotería. 

Portada del disco 'Crisis?, What Crisis?'.
Portada del disco 'Crisis?, What Crisis?'.

Davies falleció el pasado día 6, sólo una semana antes del cincuenta aniversario de la publicación del álbum 'Crisis?, What Crisis?', que encumbraría definitivamente a Supertramp.

Cuando llegan estas fatales noticias sólo nos queda el frágil consuelo de creer en la inmortalidad que sus universales creaciones aportarán por los siglos de los siglos a estos ídolos, cuya desaparición física no impedirá que sigamos teniendo ese vínculo fraternal con notas musicales y entonaciones vocales que nos arrullan desde la cuna de nuestra más tierna adolescencia.

Rick Davies, en la última etapa de Supertramp.

Canciones que lo mismo nos revelan los desvaríos y vaivenes a los que nos someten las relaciones amorosas, como 'Anoter Man's Whoman', que exaltan sentimientos supuestamente intrascendentes que surgen en las rutinas de cualquier jornada anodina, como 'Just a Normal Day', con letras y músicas aparentemente sencillas pero que conllevan cargas de gran profundidad, pues nos hacen reflexionar sobre la brevedad de la vida, ajustada al huidizo tiempo, ese tiempo que, como dijo el poeta, es la escuela en la que aprendemos pero también el fuego en el que nos consumimos.

Goodbye, Rick, que tengas una buena acogida y disfrutes de las mejores músicas en el reino de la paz.

domingo, 7 de septiembre de 2025

El relajante arte en blanco y negro de Pako Lominchar

'Siluetas' se titula la exposición de Pako Lominchar compuesta exclusivamente por cuadros en blanco y negro, que puede visitarse en el Centro Cívico Universidad, de Zaragoza, hasta el próximo 5 de octubre.

Pako Lominchar, junto a uno de sus cuadros de la muestra 'Siluetas'. Foto del autor del blog.
Pako Lominchar, junto a uno de sus cuadros de la muestra 'Siluetas'. Foto del autor.

En el arte, como en otros muchos ámbitos de la vida, lo aparentemente sencillo no lo es tal, y la realización de obras o proyectos que a primera vista pueden parecernos exentos de dificultad llevan aparejados grandes dosis de estudio y laboriosidad, y cuya ejecución requiere de un gran trabajo, preparación y conocimiento de lo que se tiene entre manos.

Este cuadro se titula 'Después de la pasión'. Foto del autor.
Este cuadro se titula 'Después de la pasión'. Foto del autor.

Es el caso de las pinturas en blanco y negro que componen la estupenda exposición del artista madrileño afincado en Aragón Pako Lominchar, que vale la pena visitar en el Centro Cívico Universidad (calle de Violante de Hungría, 4). Los trabajos ponen de manifiesto la maestría y el 'duende' de este artista en el manejo de estos dos colores neutros de la paleta cromática, si bien en cada cuadro juegan también un papel muy importante diferentes gamas de grises que ayudan al espectador a interpretar lo que su autor pretende trasmitir. 

Lominchar empezó a trabajar el blanco y negro hace ya más de 30 años, siendo seguramente el primer artista en apostar por esta especialidad en Europa, con el fin de encontrar un lenguaje propio que le diferenciara dentro del concurrido colectivo artístico. Al principio, como recuerda el autor, las galerías se echaban para atrás cuando veían sus obras pero poco a poco el mercado le fue abriendo las puertas y en la actualidad participa en numerosas exhibiciones individuales y colectivas.

Un niño de dos años, en brazos de su madre, contemplando una de las obras. Foto del autor del blog.
Un niño de dos años, Marcos, en brazos de su madre, contemplando una de las obras. Foto del autor.

Con apenas unos cuantos trazos sobre el lienzo con la pintura acrílica, el artista invita al espectador a proyectar su imaginación para descubrir lo que no se ve en el cuadro a través de un juego de luces y sombras, lo que hace que se involucre de manera intensa en el lenguaje artístico que Lominchar maneja a la perfección y que también enseña en los cursos que viene desarrollando en la capital aragonesa para aficionados a la pintura.

El artista, a la izquierda, junto a algunos de los asistentes a la inauguración de la muestra. Foto del autor.
El artista, a la izquierda, junto a algunos de los asistentes a la inauguración de la muestra. Foto del autor.

Algunos de estos alumnos asistieron el pasado viernes a la inauguración de la muestra, en la que les animó a seguir practicando las técnicas que les trasmite porque las obras que resultan promueven la relajación, la serenidad y la tranquilidad, tanto de sus autores como de quienes contemplan el resultado final en el lienzo.

Chiretada popular en Barbastro

La Plaza del Mercado de Barbastro fue escenario el pasado sábado, 25 de octubre, de otra convocatoria gastronómica dedicada a ensalzar la ch...