martes, 28 de enero de 2025

San Valero ventolero y rosconero

Parece que este año se cumple la tradición y San Valero llega ventolero, con una bajada de las temperaturas notable, con vientos fuertes y algunos aguaceros. Siguiendo la tradición, este 29 de enero también se degustará en muchas casas y en la plaza del Pilar el típico roscón que se consume desde hace siglos para esta señalada fecha en Zaragoza capital y en otras poblaciones de las que este santo es patrón, como Cariñena.

Típico roscón de San Valero, relleno de nata montada. Foto el autor.
Típico roscón de San Valero, relleno de nata montada. Foto del autor.

San Valero fue obispo de Zaragoza en tiempos del emperador Diocleciano y tras ser canonizado a su muerte, el rey Alfonso hizo traer su cráneo desde Roda de Isábena a Zaragoza hacia el año 1170.

En aquella época ya se festejaba la fecha con una misa en la catedral de La Seo, tras la que se celebraban bailes y se comía el tradicional roscón, dulce típico que también se consume en otras fiestas señaladas del invierno, como Reyes, San Antón y San Blas.

Dulce que se cree herencia de las fiestas saturnales romanas y que fue evolucionando desde lo que en principio debió ser un simple bollo en forma de rosco hasta las roscas de pan y masa refinada que consumimos en la actualidad, muy semejante a un bollo suizo. 

Las pastelerías zaragozanas exhiben en sus escaparates sus roscones. Foto del autor.
Las pastelerías zaragozanas exhiben estos días en sus escaparates sus roscones. Foto del autor.

Una receta tradicional incorporaría dos tazas de harina, una de azúcar, tres huevos, un sobre de levadura en polvo o una pizca de levadura fresca, agua de azahar y la ralladura de un limón. Se puede agregar una copita de algún licor de nuestra preferencia para darle un toque especial.

Una vez bien mezclados todos los ingredientes y formada la masa, se le da en primer lugar una forma de bola para posteriormente darle la forma de roscón deseada y se coloca en una fuente de horno previamente untada con mantequilla.

Después se barniza con huevo y se adorna con alguna fruta confitada. Horneado entre 20 y 30 minutos hasta que esté completamente cocido, se puede degustar en el que sería su estado primitivo o se rellena con nata montada o crema pastelera.

Nada mejor que un buen vino dulce, por ejemplo de moscatel, como suelen hacer en Cariñena, para acompañar este dulce tradicional.

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