Figueras, centro del surrealismo
Figueras, penúltima etapa de este viaje por la ruta Dalí y uno de los tres puntos del triángulo en el que el artista desarrolló la mayor parte de su vida y de su obra, es sede de lo que él mismo llamaba “la más grande obra surrealista del mundo”. Ésta es precisamente el Museo Dalí, ubicado en un antiguo teatro rehabilitado por el genial pintor en la ciudad que le vio nacer el 11 de mayo de 1904. El centenario teatro había sido quemado a finales de la Guerra Civil y permaneció abandonado hasta que Dalí decidió rehabilitarlo para convertirlo en su propio museo. Fue inaugurado en 1974 y está situado junto a Torre Galatea, en donde el artista vivió los últimos años de su vida.
Vista exterior del Museo Dalí, en Figueras. |
El Museo Dalí es el centro neurálgico de la ciudad y uno de los espacios artísticos más visitados de España. Para entrar se forman largas filas, sobre todo en los meses de verano. Consigo evitarlas apuntándome a una visita guiada, que, aunque algo más cara que la entrada por libre, da la oportunidad de conocer a fondo el continente y el contenido gracias a las explicaciones de los guías. Además, incluye un itinerario por los lugares de la ciudad que marcaron la vida del artista: su casa natal, el hotel Durán -donde se hospedaba en sus visitas a la ciudad-, la Rambla y el Museo del Juguete, donde para celebrar el centenario había una exposición con fotografías de la infancia y de la familia de Salvador Dalí.
El exterior del conjunto que forman el museo y Torre Galatea (el nombre de Gala siempre está presente en los proyectos de 'El divino') es ya todo un canto a la estética propia de la trayectoria de Dalí: paredes de color rojo con panes adosados y fachadas rematadas en lo alto con sus conocidos huevos gigantes y las figuras doradas con las que homenajea a los Óscar de Hollywood. La estructura interior del Museo conserva la de la primitiva construcción del teatro.
Mapa de la ruta Dalí, con el día 4, en Figueras. |
En lo que era el patio de butacas, el visitante se encuentra con varios elementos que nos sitúan ante la estética y el pensamiento de tan fecundo creador. Entre éstos, un 'Cadillac lluvioso', en el que dos maniquíes conviven con una lluvia permanente en su interior. La parte alta de esta zona culmina con una corona de lavabos, símbolo de purificación para Dalí, que empleó más de una década en la preparación, diseño y ejecución de este espacio. La cúpula geodésica que corona la edificación es el emblema del museo y se ha convertido en símbolo de la ciudad.
El recorrido a través de sus numerosas salas de exposiciones, en las que se pueden admirar unas 1.500 obras de arte, con pinturas, esculturas, dibujos, grabados, instalaciones, joyería, hologramas y fotografías, nos permite conocer toda la trayectoria artística de Dalí, sus sueños y sus fobias, desde sus inicios en el impresionismo hasta las últimas obras que pintó allí mismo, en Torre Galatea.
Impresionante mural en el interior del museo. |
A lo largo de toda su fecunda vida pasó por distintas etapas artísticas, con incursiones en el cubismo, el futurismo o el surrealismo, entre las más importantes.
En espacios del museo como la sala llamada Palacio del Viento, se aprecia en toda su medida el titánico esfuerzo que mantuvo Dalí para llegar a ser un artista total, siguiendo los modelos renacentistas con los que se quería equiparar. La sala Mae West, considerada como una de las obras más importantes del siglo XX, y la cripta en la que está enterrado son otros lugares emblemáticos de un espacio museístico al que vale la pena dedicar todo un día de contemplación y disfrute.
El Museo del Juguete, en Figueras. |
Durante el paseo por Figueras conozco algunas de las anécdotas de la vida del pintor. Veo el bar de la familia de su primera novia, la Rambla por la que en alguna ocasión paseaba con un pequeño elefante, el local en el que estaba el colmado donde compraba los dátiles con los que hacía una pasta para mantener tiesos y puntiagudos sus bigotes, o la terraza de un café desde la que hacía sus primeras provocaciones de corte surrealista, como ponerse una gran tortilla de patatas en un bolsillo de la chaqueta. Como dice el escritor Antonio Fernández Molina, Dalí era Dalí.
(Continuará)
Magnifico articulo, muy interesante, seguire el próximo
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