jueves, 25 de julio de 2024

Ulula, un tinto joven fresco y con carácter

Continuamos soportando temperaturas propias de la canícula, en la que apetecen comidas que nos aporten frescura y que vengan acompañadas de vinos que ayuden en esa labor de reconfortar el cuerpo y el alma. Así que es muy propio de estas semanas echar mano de vinos blancos y rosados, sobre todo, además de espumosos bien fresquitos.

Foto de la botella del vino tinto Ulula, de Bodegas Esteban Martín, de la D. O. Cariñena.
Botella del vino tinto Ulula, de Bodegas Esteban Martín.

Pero tampoco hay que renunciar por completo a los vinos tintos. En primer lugar, como ya vimos en una entrada anterior del blog, pueden tomarse en forma de tinto de verano. Y también hay en el mercado vinos tintos que por su materia prima y por su método de elaboración aportan ya de entrada una destacada frescura en el paladar.

Y entre estos últimos hay uno que figura entre mis preferidos, tanto por sus prestaciones gustativas como porque aporté en el momento de su creación, hace ahora cinco años, mi granito de arena en forma de poética descripción de su origen. Se trata de Ulula, de Bodega Esteban Martín, de la D. O. Cariñena, que elabora su enólogo Jorge Barbería con uvas que se benefician del frescor nocturno de las fincas de esta bodega ubicada en Alfamén, a los pies de la sierra de Algairén.

Está elaborado con uvas de garnacha y syrah, dos variedades que forman una pareja estupenda, como queda demostrado en ésta y otras referencias que salen de varias bodegas aragonesas. El vino permanece tres meses en barricas de roble para intercambiar con la madera las cualidades necesarias para darle complejidad, realzando además sus fragantes notas frutales y que le aportan un untuoso fondo de tostados y de cacao. 

Como bien apunta el enólogo, es un vino perfecto para acompañar tapas y los más diversos platos de cocina mediterránea, especialmente con chuletas a la brasa y arroces, y no debe descartarse para rematar la comida o la cena acompañando postres que lleven chocolate entre sus ingredientes.

Contraetiqueta del vino tinto Ulula, con una pequeña descripción firmada por José Luis Solanilla.
Contraetiqueta del tinto Ulula.

A todas estas cualidades hay que añadir otros aspectos que hacen atractivo este tinto, como es el hecho de que lleve las etiquetas de vino ecológico y vegano, y también por la buena relación entre su calidad y su precio. En la tienda online de Bodegas Esteban Martín se vende a 8 euros la botella. A través de la web se pueden comprar todos los vinos que se elaboran en Esteban Martín, entre los que destacan, además de este Ulula, Niño Mimado Tinto y Niño Mimado Blanco.

viernes, 19 de julio de 2024

Migas: una receta tradicional de los valles de Hecho y Ansó

Las migas, listas para comer.

Un plato de auténtica cocina tradicional aragonesa es, sin duda, las migas, preparación que cuenta con innumerables variantes en otras regiones de España y que permite recetas que incluyen diferentes ingredientes incluso dentro de una misma demarcación regional. Al igual que en el caso de las chiretas, estamos ante un plato de aprovechamiento de los escasos recursos disponibles en algunas zonas geográficas en épocas de penuria económica o por circunstancias derivadas del clima o del aislamiento. A fuerza de necesidad, estas preparaciones culinarias fueron marcando carácter y haciéndose imprescindibles en las preferencias de los paladares de un gran número de aragoneses.

En este caso vamos a hablar de las migas que tradicionalmente preparaban los pastores, agricultores y madereros en los Valles de Hecho y de Ansó, en la parte más occidental del Pirineo aragonés y una de las zonas de nuestra región en la que las migas tienen más arraigo y tradición. Una particularidad de estas migas es que les añaden un poco de patata y, en algunas ocasiones, cuando están disponibles en los huertos, una pequeña cantidad de tomate.

Ingredientes para ocho a diez personas: 1 hogaza de pan de pueblo de 1 kilo, un puñado de sebo de cordero, 200 gramos de panceta o tocino de cerdo, 1 cebolla mediana, 4 dientes de ajo, 250 gramos de usones o de setas variadas, 2 tomates medianos o 200 gramos de tomate triturado en conserva, 2 patatas, aceite de oliva virgen extra y sal.

Foto del momento en que se cortan las virutas de la hogaza de pan para preparar las migas.
Cortando las virutas de pan seco para las migas.

Evidentemente, hay que cuidar mucho el ingrediente principal de este plato: las migas de pan. Habrá que incorporar un pan de la máxima calidad posible, mejor si es de hogaza, y poner el máximo cuidado en su preparación previa. Para proceder a un perfecto corte de las virutas, el pan tiene que estar bien seco por lo que es preferible que la hogaza haya sido comprada por lo menos siete días antes de desmenuzarla. El tamaño de cada viruta no debe exceder del tamaño de la uña del dedo meñique, aproximadamente, con el fin de que luego todos los sabores se integren bien y no prevalezca el de las migas. La cantidad de pan a utilizar será de unos 100 gramos por persona.

Al contrario de lo que ocurre en otras muchas recetas que sobre las migas se han conservado y se practican en la actualidad, en esta zona no remojan ni con agua ni con leche las virutas del pan antes de incorporarlas al recipiente en donde se cocinan.

Momento de la incorporación al recipiente con aceite caliente del sebo de cordero bien picado.
Incorporación al recipiente del sebo de cordero bien picado.

Lo primero que hay que hacer es poner en el recipiente que vamos a utilizar el sebo del cordero, que echaremos cuando el aceite de oliva esté bien caliente y que le va a dar un sabor especial a esta preparación. Tiene que estar bien picado con el cuchillo.

Incorporación de la panceta o tocino, la patata a dadtos y la cebolla muy picada.
Incorporación de la panceta o tocino, patata a daditos y la cebolla muy picada.

Acto seguido se añaden la panceta o tocino y la cebolla bien picados, además de la patata, cortada a daditos.

El siguiente paso es agregar los ajos y las setas, preferiblemente usones, aunque a falta de éstos nos pueden servir cualesquiera de otras especies. Si no es temporada de setas, podemos echar mano de un bote de setas variadas en conserva. Todo ello bien picado.

Así queda el sofrito una vez añadidos todos los ingredientes.
El sofrito, una vez añadidos todos los ingredientes.

Luego se añade el tomate triturado o dos tomates naturales picados, se rectifica de sal y se remueve todo bien. Si nos queda muy aceitoso, se quita el aceite sobrante y se reserva, quedando el sofrito como se aprecia en la fotografía superior, y se va removiendo unos minutos a fuego medio para que se integre todo el conjunto.

Por último, se apaga el fuego, se echan las migas y se va removiendo sin parar, a la vez que se añade, poco a poco, el aceite que habíamos reservado, para que se vayan empapando las migas. Una vez incorporado todo el aceite, echamos agua, salpicándola sobre el recipiente, hasta que las migas adquieran la textura deseada, procurando que queden sueltas.

Momento de la incorporación de las migas al recipiente.
Incorporación de las migas al recipiente para remover bien todo el conjunto.

Esta receta típica de los valles de Hecho y Ansó es con la que elaboran las deliciosas migas que sirven en el restaurante Borda Arracona, de Ansó, donde es posible degustar otros platos típicos de nuestra cocina regional.

Bota de vino y cucharada y paso atrás 

El maridaje de las migas no tiene ninguna norma establecida, así que recurriremos a la costumbre y la tradición, en la que el acompañamiento preferido era el vino tinto tomado directamente de la bota, que iba pasando de comensal en comensal. Los participantes en el ágape compartían también el recipiente, la sartén donde se preparaban las migas, y cogían con su cuchara un poco del preparado y dejaban sitio al siguiente comensal. En la actualidad, si estamos en casa o en un restaurante, si degustamos esta receta, el vino que mejor acompañaría sería también un tinto, joven o con crianza, ya que las migas incluyen ingredientes de cordero y de cerdo. Tampoco estaría mal maridarlas con un blanco criado en sus lías, con cuerpo y estructura, elección más acertada en el caso de que las migas lleven granos de uva blanca entre sus ingredientes. Otro maridaje que va muy bien a las migas, sobre todo en verano, es el cava o cualquier otro espumoso bien fresco.

lunes, 15 de julio de 2024

Cómo preparar un refrescante tinto de verano

El tinto de verano es una bebida cada vez más popular que ayuda a refrescarnos en los días de más calor, como es el caso de estos en los que estamos viviendo estas semanas de verano. Muchos puristas de la cultura del vino, sin embargo, reniegan de este tipo de combinados en los que el vino queda 'adulterado' con ingredientes que rebajan sus esencias (como grado alcohólico, el cuerpo o el sabor). 

Imagen de una captura del vídeo en el que en el establecimiento zaragozano El Viejo Negroni nos prepararon un tinto de verano.
Tinto de verano preparado en El Viejo Negroni.

Pues por lo que a mí respecta, no me parece mal tomar un buen tinto de verano a partir de un vino de cierta calidad (por ejemplo, vinos jóvenes o con un poco de crianza en madera) y supongo que muchos bodegueros estarían encantados de que se descorchasen  muchas botellas de sus marcas para hacer estos combinados.

Así que dejados a un lado complejos que no conducen a nada, os propongo una fórmula que hará del tinto de verano una bebida gratificante.

Hay que poner en una copa de vino una cantidad generosa de cubitos de hielo. A partir de ahí, vamos agregando los ingredientes que forman parte de este refrescante cóctel: un chorrito de vermú (por ejemplo, casero, no hace falta que sea de marca, aunque igualmente se puede utilizar Cinzano o Martini), se llena media copa con limonada o gaseosa, según el gusto de cada cual, y el resto con un buen vino tinto de la marca que más nos guste o de la que tengamos a mano. Se agita con una cuchara, se añade una rodaja de limón o de naranja, y a disfrutar.

En este vídeo que grabamos hace ya unos cuantos años, que incluye subtítulos en inglés y que ha registrado decenas de miles de visualizaciones, Pablo Lubiano, del establecimiento zaragozano El Viejo Negroni, nos enseña cómo preparar un tinto de verano con un rico vino de garnacha de la D. O. Cariñena.

Fotografía del momento en que se sirve vino tinto en una copa.
Sirviendo vino tinto en una copa.


El vino no es un caldo

La temperatura adecuada de servicio del vino es una de las asignaturas pendientes en muchos locales de hostelería, aunque es en los restaurantes donde más se cuida este detalle, muy importante para una correcta degustación y disfrute del vino. En muchos sitios, todavía mantienen la trasnochada teoría de que el tinto se sirve a temperatura ambiente. Si es la temperatura de una bodega subterránea, podría valer la afirmación, pero si estamos en verano rozando los 40 grados, nos encontramos en una de las pocas ocasiones en que podríamos utilizar la palabra 'caldo' para referirnos a un vino. 
Un vino tinto nunca debería beberse a más de 18 grados centígrados, que sería la temperatura para una degustación ideal en el caso de los reservas y crianzas. Los tintos jóvenes deben consumirse frescos pero no fríos (entre 13 y 15 grados). En verano, se agradece que nos los sirvan un poco más frescos porque ya se irán atemperando en la copa. Los blancos y los rosados se disfrutan bien entre los 6 y los 9 grados, lo mismo que los espumosos.


martes, 9 de julio de 2024

Cordero asado al estilo tradicional

En la cocina tradicional aragonesa, las carnes en general constituían un artículo de lujo, a no ser que hablemos del tocino blanco y del entreverado, que no faltaban en el caldo diario, o de los huesos de los animales sacrificados, que se conservaban en abundante sal y que también se utilizaban para darle consistencia a los caldos diarios y sobre todo a los de días de fiesta.

Un plato con trozos de cordero asado al horno, también llamado en la cocina tradicional cordero rustido.
Un plato con cordero asado ya troceado.

La carne de ovino y de cabra eran muy apreciadas y más asequibles que las de vacuno o porcino porque abundaban los rebaños de muy variados tamaños, en función de los posibles de cada casa, si bien nunca faltaban en cualquier corral unos cuantos ejemplares de ovejas, corderos y cabras. En verano, los rebaños solían subir a puerto, donde abunda la hierba, y en invierno los grupos pequeños pastaban en cualquier recodo del monte y luego se complementaba su alimentación en el corral con la hierba almacenada de los cortes veraniegos. Los rebaños grandes debían trashumar a la tierra baja para pasar los meses de más frío pastando por los montes del Somontano o de Monegros.

El cordero era apreciado hasta el punto de que cuando en gran parte del Pirineo se decía que 'hoy hay carne para comer' era una referencia clara a que los comensales iban a degustar algún guiso o asado de cordero o de oveja. Normalmente, se sacrificaba alguna res en ocasiones especiales, como fiestas populares y celebraciones familiares. 

En esta cocina tan austera como auténtica, y dada la excelencia de la materia prima, basada en animales alimentados de la forma más natural y en libertad por los montes, el tratamiento culinario era el mínimo imprescindible porque se trataba de disfrutar del sabor insuperable de un cordero asado o guisado con los mínimos aditamentos necesarios.

En el caso del cordero asado -en algunas zonas del Pirineo se habla del rustido o rustíu de cordero para referirse a esta preparación-, los únicos ingredientes que acompañan a la carne son la sal, el aceite de oliva, el ajo y un chorrito de coñac. Muchas veces se asaba todo el animal, una vez eviscerado (no se tiraba nada, como bien vimos en el artículo dedicado a las chiretas) y cortado en cuatro cuartos. Cada parte de carne se sala bien y por medio de unos cortes se embucha con dientes de ajo antes de meterla en el horno. Una vez en la bandeja de horneado, se rocía bien con aceite de oliva y cuando el asado está casi listo, se refresca rociando por encima con el coñac.

Como se ve, una receta sencilla, al alcance de todo el mundo, que se puede preparar hoy en día haciéndose con una mitad o un cuarto de una buena carne de cordero en nuestra carnicería de confianza. Y si se quiere, para darle un poco más de vistosidad y sabor, se pueden añadir unas patatas panadera y algún pimiento asado como guarnición. Y, recurriendo al recetario más tradicional, se acompaña con una salsa ajazeite. Maridar este plato de cordero no es nada complicado, pues nos sirve cualquier vino tinto con 'pitera', como decimos por aquí, mejor con algo de crianza, pero no necesariamente.

Foto de un mortero en el que se está preparando la salsa ajoaceite para acompañar el asado de cordero.
Preparando el ajazeite en el mortero. Foto de Fran Bravo.

Un poco de ajazeite
El cordero asado se puede acompañar con una salsa de ajoaceite o ajazeite, una preparación muy socorrida en la cocina tradicional aragonesa y que se utiliza mucho para darle gracia y sabor a otros muchos platos, como los que llevan conejo, y con los guisos de caracoles.
Para elaborarla, se cuece un kilo de patatas en agua y sal. Después se escurren y se llevan al  pasapurés. Con una cuchara o un almirez de madera se trabaja la masa con abundante aceite de oliva, agregando tres huevos y las yemas de otros tres, además de ajos picados a gusto del comensal. Las claras de estos tres últimos huevos se añaden al final, montadas a punto de nieve. Debe quedar una masa fina y muy consistente.



viernes, 5 de julio de 2024

El vino de la semana: Laus Garnacha Tinta Barrica 2021

Con vistas al primer fin de semana de julio, en pleno verano, catamos hoy un tinto que puede ir de maravilla para acompañar comidas y cenas muy típicas de estas fechas, como barbacoas de carne, parrilladas, embutidos, e incluso pescados a la brasa o a la parrilla. Además de por sus cualidades, este tinto de Bodegas Laus, de la Denominación de Origen Somontano, tiene un precio realmente interesante, pues el Laus Garnacha Tinta Barrica 2021 no llega a 6 euros la botella.

Botella del vino Laus Garnacha Tinta Barrica 2021, de Bodegas Laus, de la Denominación de Origen Somontano.
Botella de Laus Garnacha Tinta Barrica 2021.


Fue el primer tinto monovarietal elaborado con garnacha tinta de esta bodega barbastrense, que ha puesto gran interés en trabajar con esta variedad autóctona de gran potencial, cultivada en viñedos de altitud, en la finca Bachimaña, ubicada a 700 metros de altitud al oeste del Somontano. Tanto en nariz como al llevarlo a la boca, esta garnacha muestra el carácter frutal más característico de esta uva, como frutos rojos y negros en la línea de las fresas, frambuesas y moras, que aquí aparecen aportando una gran frescura, que no se ha perdido en absoluto durante sus cuatro meses de crianza en barricas de roble mixto.

Esa crianza le aporta un sedoso fondo de toques ahumados, vainilla y especias, que contribuyen a realzar las tonalidades frutales del vino, favoreciendo un paso fácil y elegante por la boca y dejando un largo posgusto en el paladar.

Tiene un grado alcohólico del 14% y el precio de cada botella en la tienda de la web de Bodegas Laus es de 5,95 euros.

Pues venga, probadlo y me decís que os ha parecido. De ahora en adelante iremos catando un vino cada semana, procurando que sea de Aragón y que sea accesible a la mayoría de los bolsillos. Y como digo siempre que se presenta la ocasión, sed felices, brindemos, bebamos y vivamos.

martes, 2 de julio de 2024

Un buen café, por favor

Hace unos días quedamos a tomar café con varios amigos y amigas en una cafetería del centro de Zaragoza y el amigable encuentro se me amargó bastante con el brebaje que me sirvieron como cortado de esos en vasito de cristal de toda la vida. Hasta el extremo de que al poco de dar un par de tragos se me puso tan mal cuerpo que estuve a punto de ir al baño en previsión de males mayores. Bueno, aguanté estoicamente, ahí quedó la cosa. Aunque ninguno de mis acompañantes puso objeción a lo que ellos tomaron en aquel momento, sí me comunicaron algunos, días después, que habían tenido una mala experiencia con el café.

Igual es que mi estómago no estaba para muchos trotes ese día, pensé en principio, pero no, pasado el mal trago y ya fuera del establecimiento -hay que recalcar que era una cafetería- el pésimo postgusto seguía difamando mi paladar, signo inequívoco de la mala calidad de la materia prima utilizada en la infusión cafetera.

Y es que esa señal es la prueba del nueve para detectar la excelencia de un café que degustas con placer cuando lo bebes y que muchos minutos después de haber abandonado el local donde te lo sirvieron te sigue regalando las papilas gustativas con recuerdos sumamente agradables.

Foto del cortado que sirven habitualmente en la cafetería y tienda que Cafés El Criollo tiene en el número 5 de la calle de Canfranc, en Zaragoza.
El último cortado que tomé en Cafés El Criollo.

Esas sensaciones son las que disfruto cada vez que voy a la cafetería que tiene Cafés El Criollo en el número 5 de la calle Canfranc de la capital aragonesa, donde el nivel de la calidad del producto y de la preparación que atesoran y ejercitan los profesionales que están al otro lado de la barra es insuperable, la excelencia máxima.

Y, como consumidor, uno agradecería que se prodigaran locales si no tan magníficos, sí al menos con el mínimo de nivel que permitiese salir a los clientes con ganas de volver otro día. Y es penoso, ciertamente, comprobar que no existen muchos sitios en los que tomar un buen café en Zaragoza en particular y en Aragón en general. Será tal vez porque los consumidores no exigen calidad cuando les sirven y les cobran un euro y medio o más por un cortado, limitándose, como mucho, a encogerse de hombros y a pagar religiosamente. Y claro, si no te echan la cantada, es fácil caer en la tentación de ir disminuyendo cada vez más la calidad del producto utilizado para aumentar las ganancias, y eso que el café es uno de los productos que más beneficio reporta en la hostelería.

Siempre me ha llamado poderosamente la atención este pésimo nivel cafetero en nuestra región cuando lo cierto es que hay numerosas empresas cafeteras con una amplia gama de productos y que incluso ofrecen, como en el caso de El Criollo, cursos a los hosteleros para especializarse en la elaboración de cafés, para conseguir una buena preparación como barista. En el extremo contrario, me sorprendían gratamente los excelentes cafés que me servían, el año pasado, en las últimas etapas del Camino de Santiago, por tierras leonesas y gallegas. Y eso que el nivel de la hostelería, en general, no era para tirar cohetes, pero los cafés, oiga, eran cosa aparte, tal vez porque la cultura cafetera de la gente así lo exige por aquellas tierras.

Moraleja: cuando le sirvan un mal café, no tenga reparos en protestar e incluso pedir que le pongan otro en condiciones o que se lo cambien por un té u otra infusión de hierbas. Y, en caso contrario, no escatime muestras de aprobación y agradecimiento, incluso de alabanza, cuando la consumición ha sido de su agrado. Será una forma de contribuir a elevar la calidad de los productos y del servicio de la hostelería.

Bach dedicó una larga cantata al café.

Bach y 'La Cantata del Café'

Entre los numerosos ilustres consumidores de café que ha habido a lo largo de la Historia, figura en lugar destacado Johan Sebastian Bach, quien compuso en Leipzig, en 1737, 'La Cantata del Café', en donde relata la historia de un padre que amenaza a su hija con no dejarla casarse si no deja antes el 'vicio' del café. En este vídeo con subtítulos en español podemos escuchar esta obra.
También Honore de Balzac era un gran aficionado al café, hasta el punto de que se dice que tomaba diariamente hasta sesenta tazas y que dejó constancia de su afición en algunos de sus escritos.
Los defensores de las bondades del café aseguran que también Voltaire, Beethoven, Napoleón y Rossini fueron grandes amantes de esta bebida.


Ya está a la venta Generaciones Blanco, un rico vino de Bodega Aldahara

Hace unos días asistí a la presentación del último vino que ha puesto en el mercado la Bodega Aldahara , en Estadilla, una empresa familiar ...